martes, 5 de octubre de 2010

Como Bruce



Era un día como otro cualquiera.

O lo hubiese sido si no fuese mi vida de la que estamos hablando. Aunque, pensándolo bien, dado el caso de que todos los días sean muy especiales, la cosa empieza a apestar con un agradable aroma a cotidianidad, ¿no?. Sea como sea, ésta definición tiene que ser correcta, ya que, si creyeras que no lo es, ¿a quién vas a preguntar?...¿A Internet? Porque amigo, si estás aquí probablemente seas víctima de una burla de tu buscador favorito.

A ver, déjame adivinar, has buscado "Bruce Lee".

¿No?

¿"Camaleón"?

¿"Estrábico"?

¿"Etimología murciégalo"?

¿"Feisbuk"?

¿"Free Download"?

¿"Bruce Campbell besa a un camaleón. Con lengua. Y le gusta.", entonces?

Está bien, me rindo, probablemente estés aquí por plena voluntad. Eso significa que probablemente eres mi amigo, o conocido, o ser con el que, de vez en cuando, comparto espacio físico.

No al mismo tiempo, claro, eso sería un error que conduciría a una distribución de vísceras con una particularidad creciente dependiendo del lugar del advenimiento.

¿En un hospital? Poca cosa, aspirina y venga dentro de unos meses.
¿En la casa de mi dulce abuelita? Niño, no pongas los pies en la mesa... y recoge los brazos, que los dejas en cualquier sitio.
¿En un cementerio? Salga inmediatamente de la tumba de mi marido.
¿En una selva vírgen? Viscoso pero horroroso.
¿En mi habitación? ...Psché, en mi habitación pega todo.

En cualquier caso, dejando de lado al puñado de físicos decidiendo si el cuadro es surrealista o cubista, deja que te cuente algo sobre alguien que es como tú, un amigo. Incluso puede que, en éste caso, esté hablando de ti.

Amigos, ¿quién no los adora? Osea, ¿por qué no ibas a adorarles? Ellos te adoran a ti.

Eso piensas.

Eso dicen.

¿De verdad lo dicen?

En cualquier caso, el amigo de quien trata la historia es realmente adorable, sobre todo si eres tú.


Se acercó sin más, me dió un toquecito en el hombro y, sin esperar a que me diese la vuelta, arremolinó sus palabras de la siguiente manera:

-"Oye, ¿cómo puedes estar tan tranquilo? Osea, quiero decir... a ver cómo lo digo...si lo piensas...la gente da un poco de miedo, ¿ves? Porque tú imagina, vas andando, como ahora, y se acerca alguien por detrás y ¡Booh!, puede que sea alguien que está de malas pulgas, o con ciertas intenciones indebidas, no sé, ¿sabes? Digo que, cualquiera podría ser malo, y, bueno, peor que eso, cualquier podría ser...fuerte."

Divertido, me giré y le observé.


Ceño fruncido, marcado.

Brazos caídos, marcado.

Nariz aguileña, marcado.


No había duda posible, no tenía escapatoria de aquella situación.
Por suerte, no la buscaba, así que utilicé la viaje fórmula, fingir un resoplo.
Funcionó:

-"Lo que pasa es que hay muchos tipos de gente, y tienen muchos tipos de cuerpo, y nunca sabes quién es fuerte y quién no lo es...Osea, en principio todo es fácil, están los tíos mazaos, los normalillos, los gordos y los enclenques. Claramente, tienes que evitar decir a los notablemente musculados cualquier cosa que pueda molestarles, no ser arisco, pero tampoco pegajoso, y evitar chocarte accidentalmente con sus novias más de dos veces al día... al menos en pasillos anchos y ascensores, ¿no?, tener después un poco de precaución con los normalillos y mantener sólo un mínimo de la atención del ojo que queda libre en los pequeños ghoul. Ésto si puedes verlos detrás de los reyes del bacon, claro."

Hizo una pausa.
Creo que esperaba que me riese. O quizá sólo estaba respirando, proceso que parece que no acababa de dejar de subestimar.
En cualquier caso, no iba a conseguir que fingiese otro resoplo ese día.
Esperé.

-"Peeeeero, ¿y si no es tan fácil? ¿Y si los tipo Schwarzenegger luego no tienen ni idea? A lo mejor son torpes moles de músculo inútil, ¿sabes? Aquí nos encontramos con el problema... cuáles de ellos son peligrosos y cuáles no lo son...pero ojalá eso fuese todo, me explico. ¿Y si te dijese que, en realidad, que puedas presumir de tableta de chocolate en la playa mientras se te sube una mujer a cada hombro no es el significado de la verdadera fuerza? Porque, verás, eres el afortunado ganador de un ticket de salida de la inopia, sólo de ida."

Puede que ésta última parte no exactamente así, pero no me disculpo por ello, seguramente ha sido un error afortunado.
Puede que estuviese imaginándome en la playa, con dos mujeres subidas a los hombros.
Puede que estuviese pensando en que ojalá lo probase.
Al fin y al cabo, sólo se sientan en mi regazo.

-"Porque hay un montón de peligros entre la gente común. Mira, están los Salchicha Peleona, que quieras que no son los que pueden desplazar más peso, al menos hasta el punto que se lo permitan las rodillas. Están los Argonautas, que dejan marcas puntiagudas en los sillones, y lo peor de todo... a veces los normalillos, o incluso gente bastante aniñada, luego te sorprende. No tienen tableta, parecen tirando a flacuchos o tapones, pero luego...¡tío, luego son pura fibra!, son como..."

-"Como Bruce Lee."

-"¡Si! ¡Exacto! Como Bruce Lee."

Asentí, calmado, a sabiendas de que iba a volver a formularme la pregunta.

-"Entonces...¿cómo puedes estar tan tranquilo?"

Respondí con celeridad.
Después de todo, había tenido tiempo de sobra para pensar mientras él se ahogaba.

-"Elemental. Imagino que todo el mundo es como Bruce Lee."

Su cara se transformó en la de una víctima de desorden alimenticio por ingestión de plutonio enriquecido y azúcar moreno, no había otra explicación para ese ceño sobrenaturalmente fruncido.

-"Pero... ¡eso no soluciona nada!... Es más, ¡eso lo hace todo mucho peor! ¡Imagínate! ¡Tendrías que ponerte en guardia cada vez que oyes un estornudo o a alguien cantando rock-n-roll!"

-"En absoluto."

-"Pero...¿cómo?..."

-"Porque yo soy Bruce Lee."




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